martes, 28 de enero de 2014

Infancia.

Eramos así, no queríamos ser de ningún otro modo.

"Todos proveníamos de familias víctimas de la Depresión y la mayoría habíamos crecido enormemente. La mayoría de nosotros, creo, no recibía el menor amor por parte de su familia, y tampoco lo necesitaba de nadie. Eramos de risa, pero la gente llevaba mucho cuidado con reírse delante nuestro. Era como si hubiéramos crecido demasiado pronto y estuviésemos aburridos de ser niños. No les teníamos respeto a los mayores. Eramos como tigres en la jungla".

"No sé lo que era, pero teníamos algo especial, y lo sabíamos. Lo podías ver en el modo en que nos movíamos y hablábamos. No hablábamos mucho, lo dábamos todo por sobreentendido, y eso era lo que ponía negro a todo el mundo, el aire de seguridad en nosotros mismos que despedíamos".

"La senda del perdedor" (Charles Bukowski).

viernes, 24 de enero de 2014

Pan para el hambriento.

Si la bendita fe no quita el hambre

Dime, ¿qué es un rey para un mendigo?
¿Qué es la suerte?, ¿Qué es la ley?, ¿Qué es el destino?
Qué es lo divino para el que vive en el alambre,
si la bendita fe no quita el hambre.

Dime cómo se mide la vida y el infinito,
dime qué es la justicia, cuando sobrevivir es un delito.
Dime si sabes cómo silenciar el grito,
que se posa en mi garganta igual que un pájaro maldito.

Aprendía a vivir sin miedo, a cantar con furia,
a limpiarme las lágrimas con la lluvia.
Ya desde niño con el hambre como escuela,
el mundo de recreo y la calle bajo mi suela.

Crecí corriendo como potro sin establo,
en un hombro Dios y en otro el diablo.
Quemando el presente, luchando a diario,
con sangre impaciente, esperando que llegue lo extraordinario.

Y el barrio fue mi ruedo, la calle el juego,
donde niños se hacen hombres, a sangre y fuego.
Y es justo luego, cuando empiezas a entender,
que si no se tiene nada ya no hay nada que perder.

Sharif, el increíble. 

viernes, 17 de enero de 2014

A tientas, sin frenos.

"Mientras tú duermes, el mundo ahí afuera grita"

Valores y principios que se venden por monedas,
caras bonitas que abren más puertas que una carrera.
Escoria en el poder y valientes entre miseria,
locos por dos piernas vendiendo joyas por las drogas.

Aprendimos a cambiar, pero nunca lo intentamos
pensamos por lo nuestro y no escuchamos al resto.
Los ojos de mi abuela clavados como estacas,
los besos que te di, se esfumaron con el alba. 

Si escribo es por desahogo, la pasta no me llama
la rabia de mi ciudad busca a gritos la victoria.
Sin Dios que nos oiga, ni que nos salve,
salimos del paso como podemos, que nadie nos juzgue. 


"Nada que esconder socio, menos que ofrecerte"