jueves, 12 de febrero de 2015

Álgebra

Nunca hubo motivos suficientes, nunca un hombre feliz se convirtió en leyenda. Nunca un verso gris se quedó en el ocaso, ni una penumbra pensó en salir de allí anclándose en unos cálidos labios. No se si es por inercia o sinsentido, pero la vida nunca consigue darme lo que le pido. No me voy a partir la cara por quien no se lo merezca, jamás escucharé consejos cuando vengan de sus bocas. No os necesito para salir adelante, pero venir aquí para que no caiga. 

Se trata de un bucle de nefasta esperanza, donde el odio se hace homogéneo y solo escupe rabia en verso. De una vida basada en malta e insomnios, de un lobo solitario que cada vez que encuentra a su presa decide dar la vuelta. Es la estampa del fracaso más brillante y la oscuridad más suspicaz. De la evasión de los rostros que miran con distintos ojos pero misma mentalidad, miserables. No voy a pedir perdón a quien no se lo merezca, ni voy a faltar al que un día puso su mano en el fuego por mí. No voy a cambiar mis principios porque el de arriba así lo quiera, ni voy a mirar mejor a una masa inútil cuyo único viaje es hacia el conformismo. Que las hazañas de los nobles nunca saldrán a la luz, los admirados serán los cobardes que vagan entre la pena y la gloria. Entre el caos y el fracaso, nunca fuimos tan felices. 

"Perdona, no quería ofenderte ni ser desagradable contigo. A veces no puedo evitarlo, es como si fuera más fuerte que yo, y no vale la pena que me preguntes por qué, no te respondería, o te diría mentiras, pero hay razones, si las bucamos las encontramos siempre. Razones para explicar cualquier cosa nunca faltan, incluso no siendo las ciertas, son los tiempos que mudan, son los viejos que cada hora que pasa envejecen un día, es el trabajo que deja de ser lo que había sido, y nosotros que solo podemos ser lo que fuimos, de repente descubrimos que ya no somos necesarios en el mundo, si es que alguna vez lo fuimos, pero creer que lo éramos parecíaa bastante, parecía suficiente, y era en cierta manera eterno". José Saramago, "La Caverna". 

"Hoy poco alivia si pendes de un hilo".