lunes, 15 de septiembre de 2014

Ciclos

Salir del pozo para volver a él, el yin y el yang se vistieron de luto al otro lado de este barrio. El Karma no es tan justo como lo venden y el Edén queda demasiado lejos si lo mereces. Las estrellas pintan un cielo sin clemencia, donde los grandes descansan de una vida carnal. El viento campa a sus anchas levantando las conciencias de los más vanales, que buscan entre ron y humo una solución a su quimera. 

Mentir para caer al limbo, desde pequeño mascando el mismo odio. Los niños no tienen malicia, el egoísmo del hombre los hizo débiles. La frustración es el cáncer de la memoria, no alimentar tus metas te hace volver a la cuerda floja. ¿Qué por qué? Por nada, solo evito acabar entre tantos sin escrúpulos ni endereza suficiente para aguantar el tipo y salir a flote en los malos momentos. Disfrutar de mis preciosas depresiones y sacar provecho de ellas, la palabra y su suave daga que se te clava para seguir entre miradas. La vida no es cómo la pintan, las apariencias marcan la pauta y el interior no se descubre. El velo en los ojos y la mirada al suelo, vida de devotos que no confían ni siquiera en su palabra. Si me atrapan odiarme, si me evado odiarme.

El futuro lo veo por el retrovisor de la nostalgia, mis aciertos y mis derrotas. Caímos en cientos de batallas y acabamos poniendo a cuatro por el moño a la puta realidad. El climax de esta aventura se acabó al mandar todo a la mierda mientras los versos fluían en armonía. No se aprende nada cuando todo lo pintan radiante, en la oscuridad del ser aprendí por mí mismo sobre las cosas importantes de la vida, no las que quieren que sepa.

Mis paraísos momentáneos.