viernes, 25 de abril de 2014

Hijos del desastre

Balas perdidas, la eterna promesa. Delirios de grandeza en un alma cabizbaja que cuenta los días por mera inercia, monotonía. Arriba y abajo, subir para caer a plomo. Ambición del niño roto, hecho hombre con un fin tallado. Venganza de los más sutiles amantes que vagan por el mundo sin un corazón que vibre al son de la melodía. Armonía en el mundo del Sálvese quién pueda, de las caras bonitas y los corazones vacíos, de los errores continuos contra la misma roca, de personas sin principios, de la luz y de las llamas, de manos sucias y conciencias tranquilas. 

El odio escondido en sonrisas, no hay nada más ruin. La esperanza de que todo cambie, para bien o para mal, es indiferente, la necesidad es cambiar, ver la luz al salir del túnel. ¿Destino? No confío en la suerte, lo que tengo me lo he ganado, como mi mala fama. No esperes de nadie, o casi nadie, el orgullo y la envidia juegan el peso de la baza y acaban tirando uno a uno tus naipes. ¿Cuántos prometen? ¿Cuántos cumplen? Desconfiado tampoco, están contados, tenemos el mundo en la mano y voy a luchar por ponerlo a mis pies, codicia y deseo. ¿Libertad?, la libertad aparece cuando me despeja la mente con una mirada, cuando acabo con cada texto que escribo, cuando el final de la botella asoma. Al fin y al cabo, somos jóvenes.

La paz interior, eso que tanto anhelo y jamás encuentro. Se viste de seda y se pasea de cama en cama, sin distinciones, sin complejos. Camina como una meretriz entre las brumas, se contonea y se burla, te odia y te necesita, lo sabe y lo sabes. 

"Hijos del desastre, generación perdida".

martes, 15 de abril de 2014

Vestigios

¿Qué cojones buscáis en un mundo en decadencia?
En unos valores que no miran más allá de un par de piernas.
¿A quién esperáis en un mundo de traidores?
Si hasta la más fea del baile conoce lo que es un mal de amores.

Infernal, como el último beso o la última balada,
viviendo a solas en guerra con el alma en bancarrota.
Clerical, abstracto y consumido por mir ganas,
las llagas de los nudillos son por no articular palabra.

Piensa en lo que eres y demuestra lo que vales,
sal con un par de razones para no ser uno más.
No quiero galones solo el brillo en esos labios,
recuperando mis alas, no miraré hacia atrás.

Espera, que el tiempo lo mejora por momentos
si ves de que pie cojeó  la muchedumbre clama al cielo.
Aislado por instinto, sociable por compromiso
la distancia me repugna como el odio por la raza.

Un puño en el cielo por los que ya no están

Mucha paz para los que leen esto.

sábado, 5 de abril de 2014

Pecado

Me habláis de ideales, me vendéis principios, una personalidad honesta y honrada, pensáis en el buen camino, en alcanzar la gloria sin probar el infierno. Buscáis la felicidad sin haber sufrido de verdad, el amor de vuestra vida sin haber llorado antes, un amigo fiel sin haber sido traicionado por tantos. Utopías. 

El edén lo alcanzó en una mirada sin necesidades materiales ni privilegios ante nadie, la felicidad no me preocupa, estoy bien así. Me gustaría no depender de nadie para poder afrontar días complicados, sin necesidad de que me animasen mañanas, de que me evadieran de pensar en tardes grises, no esperar a que alguien me alegre la noche, poder vivir por mí mismo. Pero no es así, imposible. Lealtad, ante todo, dignidad y respeto, valores de los que la gente habla sin tener ni idea de como demostrarlos, principios que dicen mantener, que venden por dos piernas o por tener un nombre. Hipocresía. 

Respetando al que respeta, no tenéis ni idea de lo que es un pensamiento leal, humilde, honrado y digno, recurrís al tópico y me aterra ¿Qué futuro le espera a las persona de buena voluntad? ¿la gloria o el drama? ¿firmeza o recaídas? Escupís en la cara de tantos que afrontan con sinceridad cada problema, luego pedís un cambio para volver a caer en la misma persona, en el mismo fallo, en la misma actitud. Vivimos en una absurda espiral  que gira por caras bonitas y bolsillos llenos, no se busca más haya de lo material ¿Dónde están los valores inculcados de críos? Doy gracias, una vez más, a esa familia que me brindó unos principios decentes, al menos para mí, unos fines más allá de los que la masa se encarga de imponer. Quitaros la venda.

Rabia, alcohol, eternidad. Vuelven los días de tormenta a mi ventana. 

"Os miro como a títeres, se os ven los hilos"