sábado, 5 de abril de 2014

Pecado

Me habláis de ideales, me vendéis principios, una personalidad honesta y honrada, pensáis en el buen camino, en alcanzar la gloria sin probar el infierno. Buscáis la felicidad sin haber sufrido de verdad, el amor de vuestra vida sin haber llorado antes, un amigo fiel sin haber sido traicionado por tantos. Utopías. 

El edén lo alcanzó en una mirada sin necesidades materiales ni privilegios ante nadie, la felicidad no me preocupa, estoy bien así. Me gustaría no depender de nadie para poder afrontar días complicados, sin necesidad de que me animasen mañanas, de que me evadieran de pensar en tardes grises, no esperar a que alguien me alegre la noche, poder vivir por mí mismo. Pero no es así, imposible. Lealtad, ante todo, dignidad y respeto, valores de los que la gente habla sin tener ni idea de como demostrarlos, principios que dicen mantener, que venden por dos piernas o por tener un nombre. Hipocresía. 

Respetando al que respeta, no tenéis ni idea de lo que es un pensamiento leal, humilde, honrado y digno, recurrís al tópico y me aterra ¿Qué futuro le espera a las persona de buena voluntad? ¿la gloria o el drama? ¿firmeza o recaídas? Escupís en la cara de tantos que afrontan con sinceridad cada problema, luego pedís un cambio para volver a caer en la misma persona, en el mismo fallo, en la misma actitud. Vivimos en una absurda espiral  que gira por caras bonitas y bolsillos llenos, no se busca más haya de lo material ¿Dónde están los valores inculcados de críos? Doy gracias, una vez más, a esa familia que me brindó unos principios decentes, al menos para mí, unos fines más allá de los que la masa se encarga de imponer. Quitaros la venda.

Rabia, alcohol, eternidad. Vuelven los días de tormenta a mi ventana. 

"Os miro como a títeres, se os ven los hilos"

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