miércoles, 8 de octubre de 2014

Inestable

Cuando el dolor mime tus párpados, el ruido nutra tus amenazas y otro atardecer caiga sin ofrecer consuelo, recuérdame. La senda del perdedor, el naufragio del inestable, bala pérdida que vive por principios, cadenas de libertad. 

Todo el mundo odia, poca gente ama. Acabaré solo, con los pulmones prutefactos y el hígado en quiebra, agarrado a la botella como hizo grande a Bukowski o tentando a la suerte como Joaquín Sabina. No os culpo, soy mi propia causa de muerte. ¿Vas a hablarme de lo dura que es la vida? Vete a Pakistán y cuéntales tus problemas. No somos quien para hablar de drama. La envidia se convierte en alimaña que ataca a los débiles y hace fuerte a los que ya lo son. Ingratos. Vivimos tercos y con prejuicios artificiales, ¿quién te dijo que no eras preciosa? Algunos viven airados del mundo y centrados en su burbuja, odiando sin remedio a cada persona que cruza su camino. Otros crecimos fuertes porque nos enseñaron que no hay que huir, que la suerte es un ámbito de cobardes y las cosas se merecen por propios méritos.

Poesía no solo son cuatro versos que riman dos a dos. Poesía son tus dientes clavados en mi cuello, tus ojos perdidos en la infinitud del horizonte o el eco de tus gemidos retumbando en mi pecho. El cielo no es límite, el límite está en ti, en tus metas y tus promesas. Cobardes disfrazados de héroes, baile de máscaras en la laguna de mis ojos.

"Cielo, nos separa un infierno". 


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