miércoles, 11 de septiembre de 2013

Acerté.

"Lo que no deja secuelas se queda en nada."

El verano se nos fue de las manos y se escapo, nuestros propósitos se cumplieron, menos los sanos. Tan lejos queda Junio y tan cerca la rutina. Empezó entre besos de despedida y acabo entre besos con rabia. A 150 Km de casa. 

Primera entrada desde Cuenca y con algunas nociones nuevas de escritura. Entre temas de Sabina y bajo la luz de la luna conquense el texto fluye solo. El frío de Castilla me congela las ideas, pero el calor de mi gente a tantos minutos de aquí me recompone y me centra.

Después del verano de mi vida y de ver como ha cambiado todo en tan solo 3 meses de sol y resacas, me doy cuenta de que no es el final, que no es el fin de una era ni mucho menos. Mirando desde la terraza añoro aquellas noches en el barrio y recuerdo el olor a felicidad que desprendíamos entonces, aquí los parques están vacíos y la felicidad no se huele ni la sitúo.

Las cosas por esta ciudad son distintas: La independencia de mí persona llega en ocasiones a ser insoportable, la soledad entre estos 70 metros cuadrados poco a poco va desapareciendo y de alguna manera parece que pongo ilusión y ganas en lo que estudio, no como en los últimos 7 años encerrado en aquel antro escolar. Salir de allí. 

La tristeza en los ojos de la mujer que me dio la vida, llena de orgullo por el hijo al que vio crecer y agarrando con fuerza y rabia mis manos me hizo comprender de que tengo que hacerlo, que no voy a defraudarme a mi mismo y mucho menos a mi familia que tanto esfuerzo lleva años haciendo para que logre ser alguien en la vida. El alguien que quiero ser.

De momento las lecturas de Bukowski y la música de Crema me hacen pensar que sigo allí, que todavía no he salido del barrio y que la rutina sigue lejos. Mis retinas siguen contemplando aquellas carcajadas con mis socio, aquella última noche entre vino barato y olor a felicidad. 

Mucho amor desde la humilde Cuenca para la gente que se preocupa por mí y me da fuerza. Agradecido soy desde crío, me lo enseño mi abuela.

"Desde la terraza, contemplo la esperanza."


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